lunes, 22 de marzo de 2010

Lorenzo Milani

Fundador de una escuela para pobres y defensor de las clases sociales más desfavorecidas, su único error fue nacer en una época que no le correspondía, un momento crítico para la historia mundial en el que sus ideas no tenían cabida. Hablamos de Don Lorenzo Milani, nacido bajo el yugo fascista de Mussolini el 23 de mayo de 1923 en Florencia, en el seno de una familia laica con un importante bagaje cultural.
Fueron sus valores nobles, laicos, racionales, críticos y demócratas los que le convirtieron en un gran educador que ha pasado ya a formar parte de la Historia de la Educación por crear una escuela en un pequeño pueblo italiano de las montañas llamado Barbiana. Una escuela para los olvidados, los desfavorecidos, los más pobres, cuya vida estaba condenada a la más pura ignorancia.
Ya en el seminario destacó por ser contrario a todas las normas eclesiásticas por encontrarlas incongruentes, ridiculizándolas y cuestionándolas constantemente, algo que decidió ampliar llevándolo a todas las facetas de su vida.
Este afán de provocación le proporcionó una dudosa fama entre los miembros de la iglesia quienes decidieron “quitárselo de encima” enviándolo inmediatamente después de su ordenación sacerdotal a San Donato de Calenzano, un pequeño pueblo florentino.
Nada más llegar percibe el patente analfabetismo de la gran mayoría de la población, formada principalmente por obreros y campesinos, como causa primera de la incomprensión de las homilías y del catecismo. Pero, ¿cómo hacer llegar la palabra de Dios a estos hombres? La respuesta le llega por medio de la educación. Es por esto, que decide fundar una escuela nocturna a través de la cual pudiera hacer llegar a los pobres la comprensión de la palabra.
De este modo, y gracias a su gran espíritu crítico, surge el gran objetivo de la pedagogía
milaniana: DAR LA PALABRA A LOS POBRES, ya que, por medio de la palabra, se llega a comprender plenamente el mensaje de Dios, además de fomentar el desarrollo cultural de los más desfavorecidos y poder llegar a realizar una auténtica lucha social que ayude a eliminar las injusticias.

Como él mismo dice:
Cuando sean hermanos míos… por una real comunidad de intereses y de lenguaje, entonces dejaré de hacer escuela y les daré solamente doctrina y sacramentos. (Lorenzo Milani; 1975:198.)

En esta escuela en la que son los alumnos los propios profesores de los otros alumnos, se pretende llegar, sin embargo, al fondo de las cosas intentando responder a las curiosidades de los muchachos como eficaz modo de motivación. De esta manera se logra que los chavales adquieran gran cantidad de nuevos conocimientos partiendo siempre de su experiencia personal y siempre investigando todos los puntos de vista posibles de cada uno de los temas.

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